
Queremos aprovechar este último fin de semana con horario de verano, y con un tiempo magnífico, para tratar de alcanzar un reto potente: subir hasta el lago helado de Marboré. Nos esperan 1366 metros de desnivel en poco más de ocho kilómetros.
Hemos preguntado en el refugio de Pineta y nos indican que hay que llevar crampones y piolet, así que añadimos arneses, una cuerda, un par de vagas y unos mosquetones, por si la zona del embudo se pone complicada en algún tramo.
Nos levantamos a las 5 y media de mañana. Tenemos hora y media de viaje y queremos comenzar a caminar con las primeras luces del día.
A las ocho y cuarto estamos ya en marcha. Pineta nos recibe con su galas de otoño.
Al cabo de hora y cuarto abandonamos el bosque y comenzamos a ascender por las primeras lazadas de un sendero que no adivinamos desde abajo.
Tras una buena paliza, llegamos a la zona del Embudo. Son las últimas rampas hasta llegar al Balcón de Pineta y, aunque no son imprescindibles, nos calzamos los crampones para ir más seguros.
Último tramo para alcanzar el Balcón de Pineta.

Cinco horas después de iniciar la marcha, alcanzamos el Balcón de Pineta, con sus impresionantes vistas.
Nos queda media hora de caminata para llegar al lago helado. Hemos planificado comenzar a descender a las 15 horas. Tenemos tiempo, así que.. allá vamos. Son poco más de las 14 horas cuando divisamos el precioso lago bajo los Astazus y el pico Tucarroya. Vemos el refugio en la brecha. ¡Qué palizón de subida para llegar a él!
Estamos cansados y nos apetecería quedarnos un buen rato en este precioso paraje, pero el día acorta y aunque llevamos buenos frontales no nos apetece que nos sorprenda la noche en el bosque. ¡A las tres iniciamos la vuelta!
Desde arriba, la vista del embudo… impresiona. ¿Por aquí hemos subido?

Sin pausa, vamos descendiendo. Nuestras piernas acusan el cansancio y el peso. Entre una cosa y otra, la mochila más grande pesa 14 kilos. damos cuenta de los suplementos de minerales que llevamos. ¡Como ayudan a recuperar!
Por fin llegamos a la fuente. Lugar donde hacemos una parada para comer algo y beber un café con leche. Esta vez frío. Hemos dejado el pequeño hornillo en casa. LLevamos demasiado peso.
Pineta nos despide agradecida con su paisaje otoñal. Cuando nos quitamos las botas ya casi es de noche y vemos las luces del Parador Nacional. ¡Vaya sitio bonito para estar!
Nos queda un buen rato de viaje para llegar a casa, comer caliente y descansar, pero estamos felices de haber podido realizar esta excursión y disfrutar de las vistas que nos ha regalado.